Si bien no se sabe cuántos delitos cometen anualmente estos grupos, un reciente estudio del Instituto de Defensa Legal (IDL) sobre la opinión pública en Lima revela que un 55,2% de la población de Lima y Callao considera que en los últimos seis meses han aumentado las agresiones cometidas por pandillas frente a un 31% que cree que estas han disminuido.
Como fenómeno social, el pandillaje cobró protagonismo a partir de 1993. Ha pasado más de una década y muy poco se ha hecho para reconvertir a sus jóvenes integrantes. Al contrario, pues del grupo de amigos que protagonizaban peleas en la vía pública y robos menores se ha pasado a la organización criminal que es capaz de obtener armas de fuego para realizar robos espectaculares y hasta asesinatos. Eso no es todo, pues en los enfrentamientos entre pandillas es común el uso de machetes, armas que utilizan con suma violencia para agredir sus ocasionales víctimas. Esa es la razón por la cual la policía se ha visto obligada a hacer uso de sus armas de fuego para poder arrestar a los facinerosos.
En comparación con años anteriores, actualmente las pandillas exhiben un perfil más violento, en el que se percibe algunos factores de riesgo bastante preocupantes: consumo de drogas, transmisión del VIH y uso de armas de fuego. La droga tiene una fuerte presencia en estos grupos, porque la droga los impulsa a incurrir en la delincuencia para así poder asegurar su consumo.
En los últimos años, las pandillas han asumido conductas más agresivas, al punto que se han convertido en un paso de transición hacia las bandas delictivas. Si bien hay comunas, como la de Lima, que desarrollan trabajos de resocialización con jóvenes pandilleros, en los que se le provee de un empleo y se les incluye en actividades deportivas y educativas, hasta el momento el Estado no ha sabido impulsar programas que canalicen el liderazgo y la capacidad de convocatoria de los integrantes de estas agrupaciones.
Este año diversas pandillas, principalmente de Ventanilla, Puente Piedra y Ate-Vitarte, se han visto involucradas en la muerte de cinco personas. En otros casos, como ha ocurrido en Villa María del Triunfo, Los Olivos y Comas, se han enfrentado con la policía a fin de robarles sus armas. La policía calcula que el 2004 desarticuló 943 pandillas juveniles. Se cree que solo en Comas operan 66 grupos.
No hay que olvidar que en el país hay 1'341.000 jóvenes que no estudian ni trabajan. Por ello, son un grupo de riesgo que podría integrar una pandilla o una banda delictiva ante la falta de mejores opciones. Hora de hacer algo al respecto?
Carla Delgado Salinas.
Como fenómeno social, el pandillaje cobró protagonismo a partir de 1993. Ha pasado más de una década y muy poco se ha hecho para reconvertir a sus jóvenes integrantes. Al contrario, pues del grupo de amigos que protagonizaban peleas en la vía pública y robos menores se ha pasado a la organización criminal que es capaz de obtener armas de fuego para realizar robos espectaculares y hasta asesinatos. Eso no es todo, pues en los enfrentamientos entre pandillas es común el uso de machetes, armas que utilizan con suma violencia para agredir sus ocasionales víctimas. Esa es la razón por la cual la policía se ha visto obligada a hacer uso de sus armas de fuego para poder arrestar a los facinerosos.
En comparación con años anteriores, actualmente las pandillas exhiben un perfil más violento, en el que se percibe algunos factores de riesgo bastante preocupantes: consumo de drogas, transmisión del VIH y uso de armas de fuego. La droga tiene una fuerte presencia en estos grupos, porque la droga los impulsa a incurrir en la delincuencia para así poder asegurar su consumo.
En los últimos años, las pandillas han asumido conductas más agresivas, al punto que se han convertido en un paso de transición hacia las bandas delictivas. Si bien hay comunas, como la de Lima, que desarrollan trabajos de resocialización con jóvenes pandilleros, en los que se le provee de un empleo y se les incluye en actividades deportivas y educativas, hasta el momento el Estado no ha sabido impulsar programas que canalicen el liderazgo y la capacidad de convocatoria de los integrantes de estas agrupaciones.
Este año diversas pandillas, principalmente de Ventanilla, Puente Piedra y Ate-Vitarte, se han visto involucradas en la muerte de cinco personas. En otros casos, como ha ocurrido en Villa María del Triunfo, Los Olivos y Comas, se han enfrentado con la policía a fin de robarles sus armas. La policía calcula que el 2004 desarticuló 943 pandillas juveniles. Se cree que solo en Comas operan 66 grupos.
No hay que olvidar que en el país hay 1'341.000 jóvenes que no estudian ni trabajan. Por ello, son un grupo de riesgo que podría integrar una pandilla o una banda delictiva ante la falta de mejores opciones. Hora de hacer algo al respecto?
Carla Delgado Salinas.
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